Himno de Caedmon

Caedmon es el más antiguo poeta anglosajón cuyo nombre ha llegado a nosotros, aunque conocemos poco más sobre su vida, y de sus obras sólo se nos ha conservado una.

Procedía de Northumbria, y parece que fue ordenado monje a edad avanzada, mudándose al monasterio mixto de Streonæshalh en algún momento del abadengo de Hilda (657-681). La Historia ecclesiastica gentis Anglorum, obra de Beda, sugiere que murió aproximadamente al mismo tiempo que ardía el monasterio de Coldingham. Pero este hecho no está bien fijado en el tiempo, ya que la Crónica anglosajona lo sitúa en el año 679, y Beda lo hace después del 681. Como quiera que la siguiente entrada de la Historia ecclesiastica es del 684, podemos decir que el período de actividad de Caedmon empezaría entre 657-680 y acabaría en algún punto de 679-684.

La única otra información que nos llega de él procede de una anécdota de Beda el Venerable: mientras los monjes llevaban a cabo una celebración con cantos, Caedmon se apartó de ellos pues no sabía cantar. Luego, durante el sueño, alguien se le acercó y le encargó que cantase sobre el principio de lo creado. Caedmon logró componer un poema aliterado, que a la mañana siguiente transcribió. Es, por tanto, una explicación sagrada sobre la inspiración del poeta, y sin apenas importancia histórica.

Otro detalle nos indica Beda: que Caedmon compuso muchos poemas en lengua vulgar sobre una variedad de temas cristianos. Sin embargo, sólo quedan los versos iniciales de una obra, y gracias a la cantidad de copias de la Historia ecclesiastica. Así, el Himno de Caedmon aparece en veintiún manuscritos diferentes, y en dos dialectos (el sajón occidental y el de Northumbria). Además de su valor testimonial, la importancia de este poema radica en el uso de estructuras anteriormente relacionadas con la veneración de nobles y reyes para referirse a la divinidad. Así, la expresión ricaes uard (guardian del reino) se traspasa a hefaenricaes uard (guardián del reino de los cielos).


En castellano tenemos una traducción por Luis y Jesús Lerate, en el libro Beowulf y otros poemas antiguos germánicos (ss. VII-VIII), además de otra de Armando Roa Vial, en Beowulf y otras lecturas anglosajonas; El cantar del hierro. Pero nos parece que este último se toma demasiadas licencias para presentar un texto estéticamente adecuado a nuestro tiempo, mientras que los hermanos Lerate, buscando la claridad, tienden a parafrasear algunos términos y a desordenar en exceso los hemistiquios. Pueden encontrar una traducción al latín realizada por Beda y una traducción al inglés moderno en este artículo. Por nuestra parte, nos hemos servido de todas estas versiones para ofrecer un intento de traducción, donde hemos intentado recrear la aliteración del original. Recordemos que el verso anglosajón no se basa en la rima o en el número de sílabas, sino en la repetición de sonidos (aliteración) al comienzo de las sílabas tónicas (que se reparten de dos en dos en los hemistiquios): la tercera sílaba tónica tendrá el mismo sonido que la primera o la segunda, usualmente ambas. Les dejo con nuestra pobre intentona, seguida de una de las versiones en el anglosajón original:

ahora debemos adular | al adalid del reino celestial
el poder del productor | y su propósito
las obras del creador glorioso | pues a cada maravilla
el señor eterno | le infundió su origen.
Primero creó | para los hijos de la tierra*
el firmamento como techumbre | solemne creador;
luego la tierra-media | amparo de la humanidad;
el señor eterno | después creó
la especie humana** | padre todopoderoso

nu scylun hergan | hefaenricaes uard
metudæs maecti | end his modgidanc
uerc uuldurfadur | swe he uundra gihwaes
eci dryctin | or astelidæ
he aerist scop | aelda barnum
heben til hrofe | haleg scepen
tha middungeard | moncynnæs uard
eci dryctin | æfter tiadæ
firum foldu | frea allmectig

*En algunas versiones: para los hijos de los hombres.
**Esto se traduce según la versión como la tierra para los hombres o bien para los hombres de la tierra. Parece más lógica esta última, pero eliminando la finalidad: los hombres de la tierra.

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