La Inglaterra germánica (es decir, la formada por los diferentes reinos creados por anglos, sajones, jutos, pictos y otros pueblos germánicos, desde la caída del Imperio Romano y hasta la conquista normanda del año 1066) será la cuna de los primeros escritos en lengua vernácula. Este simple hecho testimonial dota a la literatura en inglés antiguo de una importancia capital.
El período no está exento de problemas sociales, y a las luchas intestinas entre sus regiones por la preponderancia política se sumaron los motivos religiosos. La progresiva cristianización de esta literatura (iniciada ya en el siglo VI) no eliminó los códigos germánicos de su aristocrática organización social. Al mismo tiempo, los monasterios de Northumbria se convertían en centros de filosofía, retórica y poética y, gracias a figuras como Beda y Alcuino, estas obras llegarán a influir en el desarrollo del esplendor carolingio.
Las obras de esta literatura están algo más alejadas del mundo mágico o mítico si las comparamos con otras poesías de cuño germánico (como los Eddas o El cantar de los Nibelungos). Lo más parecido a una cosmogonía es el relato de los hechos de padres o abuelos de los personajes, como sucede en las sagas, y los personajes no son dioses o héroes semidivinos, sino simples humanos, con sus grandezas y flaquezas. Gracias a esta dimensión humana, una cierta melancolía se apropia en ocasiones de los poemas, particularmente en aquellos momentos en que aparece la dolorosa conciencia sobre la vanidad de la vida o irrumpen la muerte o un destino funesto. Ni siquiera la esperanza en un más allá puede mitigar esta añoranza vital, y lo trágico adquiere tintes épicos al desahogarse, en cierto modo, en el molde de las virtudes caballerescas, el respeto al clan y al señor, la honra de la guerra y la belleza de la valentía.
La entrada del cristianismo no hizo sino reforzar la faceta más religiosa (o espiritual) de la cultura anglosajona, y sirvió de piedra angular para el sincretismo de los códigos éticos germánicos. La figura de Cristo pasará a contemplarse de alguna manera como la de un guerrero terrenal que lucha por el mandato de Dios, un símbolo más alejado de la dimensión humana.
En cuanto al idioma en que aparecen estas obras, el anglosajón o inglés antiguo está formado por diversos dialectos derivados de aquellas lenguas de las regiones germánicas del norte de Europa. Con sus raíces partiendo del tronco indoeuropeo, el anglosajón disponía de un sistema de declinación que no ha alcanzado al inglés moderno, y estructuras gramaticales, sintácticas y ortográficas propias.
Sobre el verso, es importante notar que, a diferencia de la poesía moderna, los poemas germánicos de la época no basaban su construcción en la rima o en el número de sílabas (como la poesía moderna), ni en la cantidad silábica (como el hexámetro clásico), sino en la aliteración: el verso germánico utiliza cuatro sílabas tónicas (dos en cada hemistiquio) con la característica de que el primer sonido de la tercera debe aliterar con el de la primera o la segunda (y preferiblemente con las dos). Como ejemplo, pongamos los versos 4-5 del Beowulf. Sirva también este escaso texto para comprobar la gran diferencia entre esta lengua y la de Chaucer; no digamos ya con la de Shakespeare.
Oft Scyld Scefing sceathena threatum,monegum maegthum, meodosetla ofteah,
{Oft Scyld the Scefing from squadroned foes,
from many a tribe, the mead-bench tore,}
(A menudo Skild, el hijo de Skef, a las escuadras enemigas,de muchas tribus, los bancos tomaba,)
Las obras también utilizan otros elementos típicos de la épica, como el epíteto, y otros propios de la poesía anglosajona, como los kenningar. Éste es un recurso metafórico que podríamos describir como un epíteto perifrástico que aparece sin su referente: si leemos «el mar, cuenco de olas» estamos ante un epíteto, pero en «discordia de espadas» (para hacer referencia a la guerra) nos encontramos con un kenning.
Otro rasgo de la poesía anglosajona es la figura del scop (traducido al castellano como escopo o escope, según las fuentes). En cierta forma parecido al skald (escaldo), el scop es un aedo o bardo, un depositorio e intérprete de historias que, convenientemente versificadas para su memorización, son transmitidas a la siguiente generación gracias a su trabajo. El rasgo peculiar del scop es su aparición dentro de la propia literatura como consejeros además de cronistas.
Entre las obras que nos han llegado escritas en anglosajón se cuentan sermones y vidas de santos (muy numerosas), traducciones de la Biblia y de obras de los llamados Padres de la Iglesia, crónicas y obras de historia narrativas, obras jurídicas y testamentos, obras prácticas sobre gramática, geografía o medicina, y, lo más importante para nosotros, poemas. Con algunas excepciones, sus autores quedaron anónimos. A continuación aparece una lista con las obras originales más importantes, ordenadas cronológicamente de forma aproximada (en la mayor parte de los casos es muy difícil dar una fecha dentro de un período extenso).
- Himno de Caedmon, la única obra conservada del primer poeta anglosajón de nombre recordado. Caedmon murió en el año 680.
- Obras de Beda el Venerable, un monje benedictino que vivió entre 672 y 735.
- Un pequeño fragmento de La batalla de Finnsburg.
- Manuscrito Cotton o Códice Nowell, una antología de obras diversas, formado al unirse dos códices diferentes. En el primero aparece la traducción por Alfredo el Grande de los Soliloquios de San Agustín, la traducción del Evangelio de Nicodemo, la obra Salomón y Saturno en prosa y un fragmento de la vida de San Quintín. En el segundo vitelo aparece la vida de San Cristóbal, la fantasiosa descripción Maravillas de Oriente, una traducción de la Carta de Alejandro a Aristóteles, y, sobre todo, Beowulf, el famoso poema épico. Este último, escrito entre los siglos VIII y XI (probablemente, entre 750 y 900).
- Las obras del Libro de Vercelli, antología que combina prosa (una vida de San Guthlac y veintitrés homilías) y verso (seis poemas, incluyendo dos de Cynewulf). Data del siglo X.
- Los poemas del Libro de Exeter, una antología donada a la catedral de dicha población en el siglo XI. Contiene obras diversas, incluyendo 95 adivinanzas y algunos poemas elegíacos (incluyendo dos de Cynewulf, como en el caso anterior).
- El Manuscrito Junius, que contiene una pequeña colección de poemas ilustrados con paráfrasis o versiones del Génesis, el Éxodo y el Libro de Daniel, además de un poema de 729 versos sobre Cristo y Satán.
- La batalla de Maldon, fragmento de 325 de un poema que narra la batalla del mismo nombre, ocurrida en el año 991. La versión que nos ha llegado debe de ser algo posterior, de finales del siglo XI.
- Crónica anglosajona, los anales iniciados, probablemente, durante el reino de Alfredo el Grande. El más antiguo parece haberse iniciado en el año 891/2, mientras que en un caso se mantuvieron las actualizaciones hasta el 1154.
- Durham, breve poema en honor de esta ciudad de Northumbria. Su fecha de composición se situaría poco más tarde del 1100.
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